MARÍA TERESA CARLONI Y SUS VIAJES EN BILOCACIÓN

La vida de san Luis Guanella (1842-1915) es una vida hermosa, en la que destaca sobremanera su confianza plena en la providencia de Dios. Tenía una confianza tan grande en Jesús, nuestro Señor, que no temía las dificultades, sino que más bien las esperaba, porque sabía que todas las obras de Dios llevan el sello de la dificultad. Y Dios permite incluso que el demonio ponga trabas a nuestros proyectos para hacer más fuerte nuestra fe y confianza en Él.


P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.



SAN  LUIS  GUANELLA Y  LA  PROVIDENCIA










S. MILLÁN – 2018


SAN  LUIS  GUANELLA Y  LA  PROVIDENCIA



Nihil Obstat
Padre Ricardo Rebolleda
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto








Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)














S. MILLÁN – 2018

ÍNDICE GENERAL


INTRODUCCIÓN
Su familia.
Anécdotas.
Colegio Gallio.
En el Seminario.
Sacerdote.
Savogno.
Perseguido.
Con don Bosco.
Traona.
Pianello Lario.
Las hermanas.
Los hermanos.
Jesús, María y José.
Espíritu de caridad.
La Providencia.
Su muerte.
Beatificación y canonización.

CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA




















INTRODUCCIÓN

La vida de san Luis Guanella (1842-1915) es una vida hermosa, en la que destaca sobremanera su confianza plena en la providencia de Dios. Tenía una confianza tan grande en Jesús, nuestro Señor, que no temía las dificultades, sino que más bien las esperaba, porque sabía que todas las obras de Dios llevan el sello de la dificultad. Y Dios permite incluso que el demonio ponga trabas a nuestros proyectos para hacer más fuerte nuestra fe y confianza en Él.

Don Guanella se esforzó en evangelizar a las gentes que el Señor le encomendó en las diferentes parroquias y lugares donde se encontró a lo largo de su vida. En sus primeros tiempos, luchó mucho contra el analfabetismo reinante, especialmente en los pueblos del campo. En el siglo XIX el analfabetismo en esa región de Italia de la diócesis de Como, en que él nació, tenía un 70% de analfabetos. También había mucha mortalidad infantil. Con frecuencia había epidemias por falta de higiene y de mala alimentación. Por otra parte, muchos italianos emigraban a otros países como Estados Unidos, Inglaterra o países sudamericanos.

Lo bueno era que la gente, a pesar de su pobreza, tenía una fe fuerte, aunque con rasgos de devociones populares. Algunos rezaban el rosario durante la misa, pero también lo recitaban en sus casas en las largas tardes invernales. Después de las apariciones de Lourdes, la gente incrementó su devoción a la Virgen María y al Corazón de Jesús, aunque eran pocos los que leían la Biblia.

En general podemos decir que la gente era sobria, trabajadora y religiosa. Había muchas iglesias y capillas en la región y por los montes muchas cruces o ermitas.

Don Guanella fue un gran evangelizador con sus palabras y con sus escritos. Además fundó la Congregación de las hijas de Santa María de la providencia y de los siervos de la Caridad.

Por todo ello, y por tantas obras materiales que realizó confiando en la providencia, muchos lo llamaron el hombre de la providencia.

Por nuestra parte, nos sentimos orgullosos de este gran siervo de Dios y nos encomendamos a él en nuestras oraciones.


Nota.- Autobiografía hace referencia al libro escrito por él mismo titulado Le Vie della provvidenza, Ed. San Paolo, 2011.

SU   FAMILIA

Luis Guanella nació en Frascicio el 19 de diciembre de 1842 y al día siguiente fue bautizado. Su padre, Lorenzo Guanella, era de rostro y modales austeros y graves, con apego a las usanzas locales, vestía a la española y vivía como modesto terrateniente, del rudo trabajo de la tierra. Durante 24 años desempeñó el cargo de primer diputado bajo el gobierno austriaco y de alcalde de Campodolcino bajo el gobierno italiano.

Luigi refiere sobre su padre: Era el  tipo de montañés vestido a la española, de buen color, de carácter firme. Durante 24 años fue el primer diputado y alcalde de Campodolcino. En la familia, con doce hijos vivos, era como el sacerdote y el rey, porque leía por así decir en el corazón de todos y quería que crecieran en la virtud, en la obediencia y en el trabajo  .

Su padre decía: Nadie debe sufrir de hambre, pero el que quiera comer que trabaje. Cada día se recitaba en casa el rosario, normalmente dirigido por el papá. Al final, en los días de fiesta, leían la Biblia o la vida de los santos.

La madre, María Bianchi, no había recibido instrucción en la escuela pero poseía el tesoro de una educación cristiana. Era de carácter dulce y suave, que contrastaba con la rudeza de su esposo. Él nos dice de su madre: El peso de la autoridad paterna sobre los hijos venía equilibrado con la mamá, María Bianchi, una mujer de mucha  suavidad, pero a la vez enérgica y trabajadora. Ella era la primera en la dirección de la  casa y en los trabajos del campo  .

Tuvo catorce hermanos, dos de los cuales murieron pronto. Luis era el noveno. Entre sus hermanas su predilecta fue Catalina, un año mayor que él, de talante parecido a su madre y dotada desde niña de una voz bellísima. Ella era la que cantaba en la iglesia y daba espontáneamente escuela a las niñas de su edad.

Luis y Catalina tuvieron un corazón lleno de ternura para con los pobres y necesitados, especialmente con los enfermos. Con frecuencia jugaban juntos. Hacían barro y lo metían en los huecos de las rocas como si fueran porciones de comida. Y se decían: Cuando seamos mayores, prepararemos la sopa para los pobres. Trataba de imitar a los santos y veían en los pobres al mismo Jesucristo.

Ella lo acompañó durante su estancia en la parroquia de Savogno. Cuando Luis entró en la Congregación salesiana, ella regresó a la casa paterna, pero durante toda la vida sus almas estuvieron muy unidas y se querían mucho. Incluso, después de la muerte de Luis, Catalina promovió la causa de su beatificación y dio muchos detalles personales sobre su vida.

Sobre su infancia, recordaba Luis que, cuando pastoreaba las ovejas, había algunos malos amigos que entre risas maliciosas decían: Que no sepa Luisito estas cosas.

Un día, tendría unos siete años, quedó al cuidado de las ovejas de otros pastores ausentes que, en agradecimiento y como propina, le dieron unas moneditas que empleó en comprarse golosinas. Cuando lo supo su padre, como primera medida le dio una buena reprimenda y le obligó a restituir lo que todavía quedaba en su poder, añadiendo el resto ya gastado.


ANÉCDOTAS

Luis tenía un carácter vivo y decidido y a veces se exponía a peligros como recoger flores al borde de un precipicio, saltar sobre una corriente de agua con peligro de caerse en ella, saltar sobre el agua de un molino con peligro de quedar triturado entre sus ruedas. Ciertamente su ángel custodio lo salvó del peligro en muchas ocasiones  .

Un día Luis, siendo niño, encontró en la plaza de la iglesia parroquial a su cuñado Guillermo Sterlocchi. El cuñado le compró unos caramelos y se los dio diciéndole: Disfruta tú también de la fiesta de san Juan. Casi al momento sonó la campana para la misa, pero sentía escrúpulo de entrar en la iglesia con los caramelos y fue a esconderlos en el hueco de unos trozos de leña que estaban frente a la casa del párroco. No había nadie alrededor. De pronto sintió que alguien daba palmadas, miró y vio un buen anciano que le tendía las manos como para decirle: Dame a mí los caramelos.

Luis sintió miedo, terminó de esconder los caramelos y, mirando, no vio más al buen anciano y tuvo remordimiento. No habló a nadie de esto hasta después de 20 años  .

El día de su primera comunión, fiesta de san Juan Bautista, con sus nueve años, quiso pasarlo solo y después de la ceremonia fue a un pequeño montecito cercano a su casa para rezar y descansar. Y sintió una dulzura y suavidad casi del cielo que lo animó a hacer el propósito de ser siempre bueno. Esto duró pocos minutos, pero le dejó un recuerdo inolvidable. Por eso muchas veces se retiraba de niño a aquel mismo lugar para orar y leer cosas espirituales.

Su sobrino Constantino declaró: Era el año 1907, Don Guanella (el tío) estaba enfermo en Roma... Me dijo: "El día de mi primera comunión estaba sentado en Gualdera dando gracias a Dios y en cierto momento, teniendo un librito en mis manos, me dejé  vencer por el sueño. Y sentí una voz clara y limpia de señora que me decía: "Luis". Me desperté y pregunté: "¿Quién me llama?". Pensé: "Habrá sido un sueño". Me puse a leer en mi librito y también de nuevo me adormenté. De nuevo oí  la misma voz que me decía: "Luis, Luis". Esto se repitió por tercera vez. Y he aquí que veo una señora que, moviendo el brazo derecho, me dijo: "Cuando seas grande, harás todo esto por los pobres". Y como en un cine vi todo lo que debía hacer  .

Don Guanella habla de sueño por humildad, pero fue una verdadera visión, en la que la Virgen María le mostró el futuro. Algo parecido a la visión que tuvo san Juan Bosco de niño.


COLEGIO  GALLIO

En Frascicio aprendió las primeras letras con el sacerdote Giovanni Battista Persenico y a quien siempre recordaba como su primer buen maestro de escuela. A los 10 años sus padres lo enviaron a la escuela de Pianazzo, donde el párroco don Antonio Buzzetti, fue su profesor. Cuando llegó a ese lugar, como nunca había visto carros ni caballos, sentía temor y corría a otra parte, pero poco a poco fue cogiendo confianza y después hasta se atrevía, sin medir las consecuencias, a saltar sobre los caballos en marcha.

Un día a los 10 años fue investido por el trineo postal y con maravilla de todos fue encontrado salvo bajo las patas del caballo.

Terminados sus estudios primarios, fue confiado a la custodia y enseñanza de su tío, hermano de su madre, don Gaudencio Bianchi, párroco de Campodolcino. Después de un tiempo, su padre le dijo un día: Prepárate, porque tu tío te ha conseguido una beca para estudiar en el colegio Gallio. Este colegio había sido fundado por el cardenal Tolomeo Gallio hacía unos 300 años, para que estudiaran gratuitamente hijos de familias pobres. Estaba dirigido por los padres somascos y tenía un régimen rígido con una disciplina férrea. Luis, en octubre de 1854, con sus 12 años, dejó la casa paterna y se fue a estudiar a Como al colegio Gallio. Él se supo ganar la benevolencia de los Superiores y allí estuvo seis años estudiando gramática y humanidades. En lo único que no sacaba buenas notas era en matemáticas. El profesor lo aprobaba con un vix (apenas).

Ya en ese tiempo tenía devoción a su ángel custodio, a quien se encomendaba cada día. Y al salir de ese colegio manifestó: Mi ángel me ayudó a salir ignorante de las miserias humanas, porque en 1859, con las revoluciones, muchos jóvenes fueron contaminados con ideas revolucionarias.

En su último año del colegio Gallio le encomendaron a él el panegírico de san Luis Gonzaga y se sintió feliz de poder hacerlo y honrar así a su angélico patrono.


EN  EL  SEMINARIO

Después de estudiar en el colegio Gallio, su padre en 1860, viendo que tenía atracción a la vida sacerdotal, decidió hacer un gran esfuerzo para que pudiera ingresar en el Seminario a estudiar filosofía y vestir el hábito clerical. En el Seminario de san Abundio tenían muchas limitaciones. Debían estudiar en los dormitorios, la comida era escasa, la disciplina era rígida, pero también tenían días de fiesta y en los recreos se divertían con los buenos amigos. También había días importantes y alegres cuando se celebraban los Ejercicios espirituales o se hacían novenas o triduos por algunas fiestas religiosas. Él por su carácter vivo y extrovertido hubiera deseado más tiempo para jugar, divertirse y hablar, pero había normas para guardar silencio en ciertos momentos, incluso a la hora de la comida, cuando debían oír la lectura del encargado. También Luis hubiera deseado mayor recogimiento espiritual, pero eran tiempos de revoluciones, que perturbaban las mentes de los seminaristas.

De los 22 alumnos de filosofía, solamente la mitad pasaron al Seminario teológico. Él no tuvo problemas políticos y colaboró en el Diario que componían los alumnos. Además, por su buena conducta, lo nombraron prefecto de disciplina para cuidar el orden de sus compañeros.

En una oportunidad uno de sus compañeros se enfermó de una enfermedad contagiosa. Todos, desde el rector hasta el enfermero, usaban todas las precauciones posibles para evitar el contagio. Luis fue su enfermero día y noche y lo cuidó como una madre sin miedo al contagio como los otros. Lo cuidó hasta que murió. En este caso aprendió una vez más a confiar plenamente en Dios y en su providencia, sabiendo que no puede suceder nada sino lo que Dios permita por nuestro bien, como dice san Pablo  (Romanos 8, 28). Para él la prudencia humana era una buena virtud, hasta cierto punto, pero lo primero era confiar en Dios y en su providencia.

En 1862, después de estudiar filosofía en el Seminario San Abundio, ingresó en el Seminario de Teología, donde tuvo como director espiritual a su tío materno Gaudencio Bianchi.

Durante sus años de Seminario estuvo asociado a varios periódicos religiosos en los que colaboraba con algunos artículos; por ejemplo en el Devoto de San José, El mensajero del Corazón de Jesús y otros.

Durante sus vacaciones del Seminario le gustaba caminar por las montañas entre los bosques y recoger hierbas medicinales. También aprovechaba el tiempo para visitar a los enfermos, dando catequesis a los niños o enseñando a los que no iban a la escuela. Un día descubrió en el monte una rica fuente de agua y consiguió que su padre, que era el alcalde del pueblo, se decidiera a canalizar el agua para las necesidades de la gente, que tenía que ir al torrente rabioso a coger agua. Recibió el diaconado el 24 de febrero de 1866.

Su hermano Lorenzo se ordenó sacerdote en 1859, siete años antes que Luis. Y Luis refiere: Lorenzo y Margarita temían que un día tuviesen que recogerme y mantenerme, pero la providencia quiso que Margarita muriese en los brazos de una hija de santa María de la providencia y que yo pudiese cumplir el deber de atender a mi hermano material y espiritualmente en una de nuestras casas hasta el final  .


SACERDOTE

El 26 de mayo de 1866 recibió la ordenación sacerdotal de manos del obispo de Foggia, Monseñor Bernardino Frascolla. Celebró su primera misa solemne el día del Corpus Christi, 31 de mayo, en Prosto, adonde había sido enviado como coadjutor del anciano párroco. Allí estaban presentes sus padres y hermanos.

En el ejercicio de su ministerio pastoral se encontró varias veces con deficientes mentales, enfermos incurables o ancianos abandonados. Esto le quemaba el corazón. Hacía lo que podía, pero su mente miraba más alto y pensaba en la visión que tuvo el día de su primera comunión y planeaba construir casas para recibir y atender a todos los necesitados que estaban abandonados.



SAVOGNO

Al año de su ordenación sacerdotal fue enviado como coadjutor a Savogno, lugar de unos 400 habitantes. Allí revivió el culto eucarístico, promovió la comunión frecuente y aun diaria, logró una buena asistencia a la misa cotidiana y especialmente los domingos y días festivos. Tanto fervor inculcó en algunos de sus feligreses que hubo una pareja de ancianos, imposibilitados de mantenerse en pie, que todas las mañanas eran llevados en brazos por su familiares o vecinas para poder asistir a la misa. Murieron un día de invierno y todos en el pueblo los llamaron mártires de la misa.

Un día declaró una de sus feligresas: Me encontró en el mes de noviembre descalza. Había caído una fuerte nevada y nosotros éramos pobres. Don  Luis me llevó a su casa y me proporcionó calzado. A mi hermano le dio una camisa de las suyas.

Había quedado vacante la escuela de Savogno y los concejales de Prosto, del que Savogno era un distrito, se la adjudicaron a don Guanella que tenía diploma de maestro. Se hizo cargo de la escuela y encomendó a su hermana Catalina la educación de las niñas. Los hombres acarrearon piedra, arena y cal; y con trabajo voluntario construyeron una escuela modelo. Todos lo seguían y obedecían. Era como un capitán entre los obreros. Todos reconocían sus conocimientos y su espíritu de acción para el bien de todos.

Se dio cuenta de que la casa parroquial necesitaba restauración y él mismo, para ahorrar dinero, se convirtió en albañil, carpintero, etc. Igualmente se preocupó de agrandar la iglesia que era pequeña para acoger a gente de los alrededores. También restauró totalmente el cementerio y lo dejó como nuevo; y esto mismo hizo en otras construcciones parroquiales: capillas, ermitas, imágenes, etc., procurando darles un toque de restauración para que parecieran como nuevas.

En la ciudad de Chiavenna publicaban un folleto anticlerical, en el que sacaban artículos contra el padre Luis. Un canónigo de Chiavenna contestó y le dijo al articulista: Recuerda que fuiste seminarista y  estudiaste con el dinero de los sacerdotes y ahora deberías trabajar como sacerdote, pero al menos deja de perseguir al padre Luis, que es un sacerdote movido solamente por el deseo ardiente de hacer el bien a todos.





PERSEGUIDO

En este lugar publicó el folleto Saggio di ammonimenti familiari per tutti ma più particularmente per il Popolo di campagna (Avisos familiares para todos, pero más especialmente para el pueblo campesino). Con este folleto quería avisar a sus feligreses y a otros lectores que se cuidaran de las autoridades que querían alejarlos de la fe católica.

Decía entre otras cosas: En nuestro tiempo los que más trabajan contra nuestra religión son los carbonarios con sus falsas doctrinas… Vosotros debéis saber que Garibaldi es un buen santo del diablo, dado que el 16 de julio desde Caprera le escribía a la condesa Dora de Istria que el papado era la más horrible plaga y que con 18 siglos de mentiras, de persecuciones, de hogueras y de complicidad con los tiranos de Italia, hicieron insanable esta plaga... Nosotros debemos demostrar gran coraje oponiendo escuelas, libros e instituciones católicas a las escuelas, a los libros y a  las instituciones masónicas.

Por este folleto las autoridades políticas le impidieron enseñar y lo miraron desde entonces como un sospechoso, de modo que nunca pudo ser nombrado párroco. Hasta sus mismos compañeros sacerdotes llegaron a desconfiar de él, tomándolo por un exaltado al que había que evitar. En una ocasión durante sus prédicas cuaresmales tuvo al pie del púlpito dos carabineros para escucharlo e informar sobre él. Sin embargo, las autoridades eclesiásticas no lo defendieron y en la diócesis de Turín no le permitieron hacer apostolado ni le dieron permiso para confesar. 

Era considerado peligroso para el Estado, pues había hablado contra Garibaldi y contra los masones y carbonarios que llevaban una política anticristiana.


CON  DON  BOSCO

En vista de que no le dejaban trabajar como maestro ni le podían dar el puesto de párroco, pidió al obispo poder ir al Oratorio de San Juan Bosco a adquirir experiencia. Allí, en Turín, estuvo tres años (1875-1878). En la Congregación salesiana tuvo varios oficios. Estuvo en lugar de don Miguel Rúa al frente del Oratorio San Luis con más de 700 jóvenes a su cargo; y en octubre de 1875 le encomendaron la dirección del nuevo Colegio de Mondoví.

Durante los tres años que estuvo en la Congregación salesiana con don Bosco incluso tuvo deseos de ir de misionero a América, pero al terminar esos tres años su obispo lo pidió, porque tenía escasez de sacerdotes. El mismo padre Luis manifestó que al retirarse de la Congregación salesiana había sufrido más que con la muerte de sus padres.


TRAONA

El obispo lo envió de coadjutor a Traona, pues el párroco tenía parálisis y necesitaba ayuda, pero no le pagaban por su trabajo como debía ser por parte del Estado, ya que el 16 de noviembre de 1880 el prefecto de Sondrio le dijo que no le pertenecía por no ser párroco. Tuvo que vivir de la caridad de la gente. El escribió: En Traona encontré todas las dificultades que hubieran desanimado a muchos corazones de buena voluntad, pero yo no  me desesperé.

En Traona inició un oratorio para catequistas, una escuela elemental, nocturna y dominical. Compró un convento viejo, construido en 1632 por los franciscanos y que, en virtud de la expropiación de los bienes de los religiosos y la supresión de las Congregaciones religiosas de 1866, había pasado a manos del Ayuntamiento del lugar, pero la autoridad política mandó cerrar la escuela de inmediato. El párroco de Traona renunció por enfermedades y nombraron a otro. Él estaba bajo vigilancia de la policía que lo consideraba como persona peligrosa. Por orden del prefecto de Sondrio, cada viaje era vigilado, cada palabra suya sopesada y cada homilía controlada. La actividad de la escuela gratuita que había instituido le sonaba al prefecto de Sondrio como propaganda clerical subversiva y la mandó clausurar bajo pena de multas y castigos. Con ello le daban a entender claramente que era considerado un cura oscurantista, subversivo y antipatriota. El prefecto, de acuerdo con el obispo, consideró que lo mejor era enviarlo a un lugar montañoso y distante donde no pudiera ejercer ninguna influencia peligrosa sobre la gente.

El obispo lo envió a un pueblo alejado y aislado entre  montañas, a Olmo, a 1.000 metros de altitud. Subió hasta su parroquia a pie, pero sin tener el título de párroco. Llegó de noche y estaba cerrada la casa parroquial. Tuvo que dormir junto a un muro pegado a la iglesia. Un día, en que se encontraba aún en Olmo, se acercó a Campodolcino para hablar con el obispo, Monseñor Carsana. El obispo le dijo: Si debiera dar oídos a cuanto me han dicho de usted, debería suspenderlo de celebrar  misa, pero no puedo suspenderlo, porque no tengo argumentos en contra, pero lo haría si pudiese  . 

En vista de que en ningún lugar podía ser párroco ni maestro y lo tenían alejado del mundo, pensó en regresar definitivamente a la Congregación salesiana. El 15 de septiembre de 1881 le escribió a don Bosco en ese sentido. Le respondió que, si quería volver, sería bien recibido con la condición de que dejara todos los intereses que hasta ahora tenía en la diócesis, de modo que no pudiera ser reclamado más por el obispo y que llegara decidido a someterse enteramente a la obediencia a los Superiores.


PIANELLO  LARIO

El obispo le pidió que no se fuera a los salesianos y permaneciera en Olmo; y prefirió obedecer al obispo. El obispo lo destinó a Pianello Lario, donde hacía poco había muerto el párroco.

La providencia le abría el camino hacia el futuro en Pianello Lario. Mucho tiempo atrás, en una ocasión, mientras atravesaba el lago de ese pueblo en un barquito, sintió una particular emoción al ver a lo lejos ese lugar. Vio la iglesia de Pianello y le pareció ver una luz y sentir algo especial en su corazón como si algo le dijese: Mira allá, porque en ese lugar tendrás trabajo y muchas satisfacciones.

Cuando llegó a Pianello, pocas personas se dieron cuenta de su llegada. Eran las once de la noche. Llegó a la casa parroquial, llevando en una carretilla sus pocas cosas. Martina, la anciana ama de la casa, le abrió la puerta y se fue a dormir. Al día siguiente, Martina le preparó un plato de polenta y una tajada de queso. Era el 11 de noviembre de 1881, fiesta de San Martín. Allí lo encontraron el alcalde del pueblo y el párroco del vecino pueblo de Musso, que fueron a visitarlo.

Al día siguiente empezó su trabajo y poco a poco se hizo querer de la gente. Sonreía a todos y hacía generosamente limosnas a los pobres; y muchos jóvenes y adultos iban a la escuela nocturna. No tenía miedo de que le prohibieran de nuevo enseñar, ya estaba acostumbrado.

En ese pueblo, el anterior párroco, don Coppini, había fundado en 1871 un grupo de chicas jóvenes que tenían el anhelo de ser religiosas. Era la Pía Unión de hijas de María bajo la protección de santa Úrsula y santa Ángela de Merici. Esta fundación estaba destinada a morir sin su apoyo y él sintió en su interior: Tú serás su sucesor. Pero no le faltaron dificultades.

Un día fue convocado por las autoridades civiles de Como. Antes que el juez hablase, gritó en alta voz que desde hacía 15 años le perseguían siendo inocente y él golpeó la mesa con sus puños. Esto hizo venir corriendo a la esposa del procurador que dijo: ¿Qué te ha hecho este sacerdote y tú qué cosa le has hecho? El procurador perdió la paciencia y llamó al guardia, ordenándole: Llévelo al señor prefecto.

Delante del prefecto repitió la misma escena y el prefecto le preguntó: Usted, ¿qué quisiera hacer? Respondió: Quiero fundar un Instituto para mujeres pobres. Y le expuso la idea. El prefecto contestó: Me agrada la idea y la apoyaré ante el obispo y, si hace falta, ante las autoridades de la ciudad.


LAS  HERMANAS

En 1872 la Pía Unión fundada por el padre Carlo Cappini se llamaba Pía Unión de Hijas de María Inmaculada bajo la protección de santa Úrsula y santa Ángelo de Merici. En 1892 se llamaron Víctimas del Sagrado Corazón. En 1893 Celadoras del Sagrado Corazón o Hijas del Sagrado Corazón. En 1894 Hijas de la providencia y en 1896 Hijas de Santa María de la providencia. Su nombre definitivo.

La fundación se dedicaba a la asistencia de huérfanas y ancianos. Estaba encargada de su dirección Marcelina Bosatta. La llegada de don Luis las había desconcertado, porque tenía fama de ser un cabeza loca, de hacer cosas revolucionarias dondequiera que estaba. Sus temores eran comprensibles, dada la propaganda negativa que habían recibido. Por eso, al principio, se mantuvieron un poco alejadas. La dirección espiritual de este grupo estaba confiada al párroco de la vecina parroquia de Musso, quien tuvo el buen sentido de pedirle al obispo que lo dispensara en favor del nuevo encargado de la parroquia de Pianello.

El padre Luis, en los primeros meses, visto el distanciamiento de las hermanas, se limitó a darles dos charlas por semana. El hielo lo rompió un plato de polenta. Declaró en la Positio super virtutibus Marcelina Bosatta: El venía a darnos dos charlas semanales y nos confesaba. Lo que determinó recibirlo con plena confianza como nuestro director fue el haber asistido a una cena particular en la casa parroquial. Él había regresado en ayunas de un mal viaje y tenía cerca un tazón de barro en el cual estaba la ensalada y al otro lado tenía la aceitera. Sin echar aceite ni vinagre ni sal, cogió con la mano dos hojas cada vez y comió la ensalada con polenta fría. Yo le referí esto a mis hermanas y ellas reconocieron que su presencia era providencial para todas.

En 1883 hubo un gran terremoto en la isla de lschia y en 1884 se desató el cólera en Nápoles. Las hermanas, junto con él, sintieron deseos de ir a ayudar. El cardenal de Nápoles no aceptó su ofrecimiento, su espíritu de sacrificio estaba a punto para la acción.

Ella fueron las primeras en responder a la nueva fundación que don Luis quería hacer.

En Pianello tenían un pequeño asilo con 20 asilados y era necesario ampliarlo. Además había que pensar en las futuras vocaciones. Don Guanella fue a ver al obispo. Le explicó el proyecto y que podía disponer de 3.000 liras que un primo muerto en América, le había dejado como legado.

Y Dios comenzó a hacer maravillas. Una señora le ofreció una casa en buenas condiciones. A ella se añadió la casa natal de sor Marcelina Bosatta y otra de nueva construcción con amplios dormitorios. Y comenzó un orfanato.

El orfanato tenía salas de labor donde las huérfanas podían trabajar sin necesidad de salir para ir a los talleres del pueblo. Había jardín de infantes y refugio masculino y femenino para inválidos, ancianos y pobres de la población y pueblos vecinos. Las hermanas brindaron también asistencia domiciliaria a los enfermos y catequesis parroquial a las niñas.

Un día fueron llamadas al juzgado. Estaban denunciadas y decían algunos que por falso espíritu de penitencia, hacían llagas en los cuerpos de las huerfanitas. Y no faltaron algunos envidiosos que dijeron chismes sobre las hermanas. Don Guanella pensó que de nuevo venía la persecución, pero todo se superó.

El 5 de febrero de 1886 fundó una segunda comunidad de hermanas en Como, donde les preparó un modesto alojamiento. Tuvieron que buscar otro sitio, porque en invierno era malsano aquel lugar. El nuevo lugar costaba 14.000 liras y don Luis hizo el contrato sin tener el dinero, que debía pagar en seis meses. Pero él confiaba en la providencia que no le falló. El propio don Luis se acomodó en el establo con los animales.

Una de las hermanas, sor Chiara Bosatta, de la casa de Como, se enfermó de pulmonía. Su hermana Marcelina Bosatta, que la cuidaba, también se enfermó de lo mismo. Estaban en la misma habitación. Todas estaban consternadas ante la posibilidad de su muerte y rezaban sin cesar por su curación. Sor Chiara se ofreció al Señor por la sanación de su hermana, que era la Superiora y el fundamento de la nueva Congregación. El Señor acogió su ofrecimiento. Un día dijo Chiara a su hermana y a su madre, que vino a cuidarla: Cuando florezcan las rosas, ya no estaré entre vosotras. Murió el 20 de abril de 1887 a los 29 años. El Papa Juan Pablo II la beatificó el 21 de abril de 1991.

Y Dios bendijo a las hermanas, que tuvieron un rápido crecimiento. A los tres votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia se añadió el cuarto: asistir incluso a los enfermos contagiosos. Las Constituciones fueron aprobadas ad experimentum por siete años y fueron aprobadas definitivamente en mayo de 1917, cuando ya eran 600 hermanas, quedando definitivamente con e1 nombre de Hijas de Santa María de la providencia.

Don Luis también pensó en extender a sus hijas en América y, después de haber estado personalmente para ver las posibilidades, envió seis hermanas a Chicago 

En 1915, unos meses antes de morir, las mandó a ayudar a los afectados por el terremoto de Marsica.


LOS  HERMANOS

Un alma víctima del primer grupo de los siervos de la providencia fue el joven de 12 años Alejandro Mazzucchi. Este jovencito se había pasado horas y horas a la cabecera de un joven que tenía mal olor y tenía una enfermedad incurable. Mazzucchi murió el 21 de junio de 1890, precisamente el día de san Luis Gonzaga.

En 1895 comenzaron los siervos de la Caridad, la rama masculina de la obra de don Guanella. El primer sacerdote ordenado era un seminarista epiléptico de la diócesis de Milán que, en don Guanella, había encontrado un padre. Al principio se llamaban Hijos del Sagrado Corazón. En 1905 cambiaron el nombre por Siervos de la Caridad.

Comenzaron a tomar forma con el ingreso en la Congregación los sacerdotes Leonardo Mazzucchi, su primer biógrafo, y Aurelio Bacciarini, que le sucederá en la dirección de la Congregación como Superior general. A partir de ese momento, se organiza la formación de los jóvenes aspirantes y de los novicios. Al principio los seminaristas, como eran pocos, estaban confiados a las hermanas.

El 24 de marzo de 1908 don Luis y un grupito de sacerdotes, se acercaron al altar para hacer sus votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia. Ese día profesaron Leonardo Mazzucchi y Aurelio Bacciarini. Este último fue nombrado después de la muerte de don Luis, obispo de Lugano y, con permiso especial de la Santa Sede, pudo seguir dirigiendo como Superior general a la Congregación de los Siervos de la Caridad. La Congregación de los Siervos de la Caridad recibió el Decretum laudis del Papa Pío X el 15 de agosto de 1912.

En 1928 el Instituto fue canónicamente aprobado como Congregación y en 1935 fueron aprobadas definitivamente las Constituciones. Los miembros del Instituto son sacerdotes y hermanos no sacerdotes para ocupaciones manuales.


JESÚS,  MARÍA  Y  JOSÉ

Fueron sus tres grandes amores. En todas las parroquias en que estuvo, inculcó a los fieles el amor a Jesús Eucaristía y formó grupos de monaguillos para ayudar correctamente en las ceremonias litúrgicas.

En Como, en la construcción del santuario del Corazón de Jesús, tuvo el detalle de que en lo que sería su habitación, hubiera una ventana al altar del santuario para poder así estar en comunicación estrecha con Jesús sacramentado. Allí, de rodillas en su habitación, mirando al sagrario de la iglesia, se pasaba muchas horas, adorando y acompañando a Jesús Eucaristía.

Para las hermanas instituyó la adoración diurna, recomendando a los asilados las visitas al Santísimo Sacramento. Cuando él regresaba a casa después de sus viajes, la primera visita era para Jesús Eucaristía y después para sus benjamines (asilados, ancianos, enfermos, etc.).

Cuando viajaba en tren, recomendaba a sus acompañantes saludar a Jesús Eucaristía presente en los templos que iban viendo al pasar. Recitaba cada día el breviario en la capilla y no omitía nunca el rosario a María.

Su amor a María fue inmenso. Era su madre de verdad y a ella acudía para que intercediera ante Jesús cuando había dificultades. No olvidemos que fue María quien le hizo ver en una visión, el día de su primera comunión, los planes que Dios tenía para él en el futuro como fundador y realizador de grandes obras para gloria de Dios.

También tenía mucha devoción a san José y pudo construir con el apoyo del Papa Pío X una basílica en su honor. También organizó una Cruzada de oraciones por los agonizantes. Recordemos que san José es el patrono de los agonizantes, porque tuvo la gracia de morir en los brazos de Jesús y de María. Con la Pía Unión de San José procuraba pedir para todos la gracia de una buena muerte. Los inscritos ofrecen cada día oraciones por esa intención y los sacerdotes ofrecen cada día la misa por turno por los agonizantes.




ESPÍRITU  DE  CARIDAD

Una tarde de otoño de 1908 don Guanella oyó blasfemar a un conductor de carruaje. No pensaba tomarlo (como taxi), pero le pidió que lo llevara a su destino. Cuando llegaron, bajó del carruaje y le dijo al pobre conductor: Con este frío y esta humedad quizás necesite tomar algo caliente. Le hizo pasar a la casa y mandó, a la hermana que le abrió la puerta, que prepara una sopa caliente, un poco de pan con queso y una botella de vino. También ordenó que dieran de comer al caballo.

Cuando ya el conductor estaba satisfecho, le dijo don Guanella: El hambre es mala consejera y era ella la que le hizo decir esas palabras blasfemas. Tenga cuidado, porque de otro modo, además de perder la paciencia y la salud, perderá el alma  . 

No hace falta decir que el conductor quedó arrepentido y muy agradecido a don Guanella.

Un día llegó a medianoche en tren e hizo el trayecto a su casa a pie. A medio camino encontró un pobrecito, enfermo mental, que estaba durmiendo al descampado. Lo invitó a seguirlo. Lo llevó a la casa y los dos se pusieron a cenar. Después, para no despertar a nadie, lo llevó a su habitación y le hizo dormir al pobrecito en su propia cama. Él se echó en un rincón de la casa que estaba lleno de heno. Por la mañana se presentó a la meditación con un extraño aspecto y con huellas visibles del heno de su cama improvisada  .

Otro día, uno de los internos de la Casa de Como, un retardado mental, salió de la casa y no lo podían encontrar. Don Luis envió a todos a ir a la capilla para pedirle al Señor que lo encontraran en buen estado. Finalmente, a la mañana siguiente, fue encontrado sano y salvo. Don Luis invitó a todos a cantar un solemne Te Deum y, desde ese día, ese joven fue llamado Te Deum.

El padre Agostino Gemelli, futuro franciscano y fundador de la universidad del Sagrado Corazón de Milán, fue dirigido al padre Luis por el Papa Pío X, porque tenía dudas sobre la doctrina de la Iglesia. El Papa le dijo: Vete en mi nombre a don Guanella. Le contestó: Pero no es un teólogo. El Papa le respondió: ¿No te has roto la cabeza con los teólogos? Vete a don Guanella. No necesitas un teólogo sino un santo y el padre Guanella es un santo.

El padre Gemelli refirió que lo acogió con mucha caridad y le infundió una fe firme en la divina providencia.

Don Luis tenía dotes de predicador y en muchas ocasiones era llamado a predicar en otras parroquias. Dado que los pecadores no solían asistir a las misas, publicó varios folletos para ellos. Entre 1882 y 1885 escribió 29 folletos. Uno de 350 páginas era sobre la doctrina cristiana. Otros eran sobre la muerte, sobre las homilías dominicales, sobre la Virgen, la Biblia y, por supuesto, la Eucaristía.

El terremoto de 1915, en Marsica ocasionó 30.000 muertos y grandes daños materiales. Él escribió desde Roma: En nuestras Instituciones de aquí tenemos más de 200 víctimas del terremoto. Los pequeños de dos a seis años están a cargo de las hermanas de San Pancracio. Aquí se pone a prueba la paciencia de las hermanas y del sacerdote, que están continuamente en la brecha... Estuve anteayer en Avezzano: ¡Qué desolación! Y por añadidura el agua, la nieve y los hielos. Los pequeños recogidos llegan a 300 y ahora querríamos preocuparnos de los ancianos, porque no parece sino que es la providencia quien nos los envía... Era hermoso ver aquellas criaturitas, que no osaban separarse un palmo la una de la otra, cómo se repartían entre sí un dulce o una fruta que se les diese y cómo respondían con una triste sonrisa a la sonrisa de las hermanas  . 

Por otra parte, tuvo en el corazón siempre la idea de superar el analfabetismo de los pueblos y fundaba escuelas, aunque después se las hiciera cerrar el gobierno por considerarlo una persona peligrosa por sus ideas antimasónicas y procatólicas. Y no solo enseñaba a leer, escribir y contar, sino que también en los pueblos del campo, les daba clases de agricultura y les enseñaba nuevos métodos para aumentar el rendimiento de las tierras y superar ciertos prejuicios equivocados de los campesinos.












LA  PROVIDENCIA

Mucha gente, que lo conoció, decía de él que era el hombre de la providencia. Don P.C. Benedetti declaró en el Proceso: Era tanta su confianza en la divina providencia que no admitía límites. Era tan sólida su fe que nunca dudaba. Cada vez que yo le sugería no hacer demasiadas cosas, porque no había medios para sostenerlas, él me miraba con maravilla y exclamaba: "¿Y la divina providencia?"  . 

Don G. B. Trussoni manifestó: Constaté siempre en don Guanella el más sincero y total abandono en las manos de la divina providencia. Asumía compromisos de los que todos o casi todos dudábamos de su realización. En las dificultades que llegaban, no se descomponía y procuraba poner toda su confianza en la divina providencia, como si la tuviese en sus manos  .

A los sacerdotes, que le preguntaban cómo hacía para ayudar a los pobres sin tener estipendio del gobierno y no disponer de medios económicos, les decía: Si aprendiésemos a vivir de la providencia más que de estipendios, estaríamos mejor. El pueblo nos amaría más y nosotros haríamos muchas más cosas.

El estar sin dinero, le hizo tener más coraje para luchar por la causa católica y seguir realizando obras cada día más costosas. Su secreto fue, a lo largo de su vida, confiar ciegamente en el poder de Dios y su providencia divina.

En su vida fueron frecuentes los contratos millonarios sin tener dinero, pero confiando en la providencia divina, que nunca le falló. Sabía por experiencia que, en la medida de su fe y confianza, en esa medida Dios le iba a dar lo que le pedía, porque conocía previamente lo que era la voluntad de Dios y él dejaba de lado la prudencia humana y aceptaba deudas humanamente impagables que hacía decir a los otros que era un loco o medio loco.

Un día no había dinero para pagar al maestro de obras. Tuvieron que rezar y por fin, a última hora de la tarde, llegó un señor y le dijo: Si me lo permite, pagaré yo esta vez; y le dio la cantidad que necesitaba.

En otra oportunidad fue a visitar la ciudad de Splügen, una región de mayoría protestante, donde las iglesias católicas habían sido profanadas y estaban casi en ruinas. Él decidió animar a los católicos y les construyó tres iglesias. No sabía cómo, pero la ayuda de la providencia no le faltó. Y decía convencido: Yo no hago nada, todo lo hace el Señor.

En 1886 tomó alquilada una casa por 700 liras y allí estableció la sede central de la obra, a la que la providencia se complació en ayudar. Y cada día se iba comprometiendo en otras obras para engrandecer la obra comenzada. La institución de Como tomó el nombre de Pequeña casa de la divina providencia y, para evitar equívocos con las casas del Cottolengo, quitó el adjetivo Pequeña. En 1890 ya se albergaban 200 personas entre hombres y mujeres, ancianos, enfermos, ciegos, sordomudos, estudiantes, pobres, etc. En ese tiempo ya tenía al obispo de su parte.

El 19 de abril de 1892 el obispo bendijo la primera piedra del templo del Sagrado Corazón, que Monseñor Ferrari consagró solemnemente el 6 de abril de 1893.

Otro obispo de Como, Monseñor Teodoro dei Conti Valfré, le recomendaba que fuera prudente en sus contratos sin tener dinero, pero después de varios sucesos se convenció de que don Luis tenía razón y decía: Déjenlo hacer lo que quiera, porque con los santos no se puede discutir.

Y don Luis seguía conversando con el obispo, contándole sus buenas obras. Le decía por ejemplo: He hecho un contrato por 40.000 liras o por 20.000 o por otra gran suma. La providencia pagará. Y así era en realidad. Le salían bienhechores de donde menos pensaba.

Un día de 1897 compró sin tener dinero la hilandería Binda por 45.000 liras. Además tuvo que hacer algunas reparaciones y resultó ser un edificio muy grande y apropiado donde tenía 300 personas alojadas en un lugar hermoso y con buena vista en la ciudad de Como. El dueño solo le pidió un adelanto de 3.000 liras. El resto lo fue pagando poco a poco, pero lo pagó. Hubo ofertas continuas de diferentes personas que lo animaban con sus limosnas. Entre otros, el párroco de San Marcos le ofreció 15.000 liras. Algunos de sus conocidos le preguntaban cómo era posible lo que hacía. Y puso en la entrada de la iglesia, dedicada a Santa María de la providencia, la frase: Banco de la divina providencia.

Antes de terminar de pagar a la hilandería Binda los 45.000 liras, ya se había comprometido en la compra de otra hermosa casa en Menaggio por 40.000 liras. El obispo le dijo: Me imagino que con esto ya habrá pagado la deuda a la hilandería Binda. Pero, al decirle que todavía no, el obispo tuvo que decirle como otras veces: Siga, siga que la providencia está con usted.

Un visitador de la Casa de la providencia declaró que le preguntó a don Luis cómo hacía para proveer a tantas personas. Y le respondió: Provee la providencia.

En tres años terminó la construcción de la basílica dedicada a san José, pudiendo contar, además de la providencia, al Papa Pío X como uno de sus generosos bienhechores.

En 1894 terminaba de establecer con firmeza la casa de las hermanas de Como y comenzó la Casa de Milán. Continuó con un asilo en la Via Panfilo Castaldi y después otro segundo asilo en Via Cappuccini.

El día de Todos los santos de 1895 hubo un incendio en una de sus Casas de Como, incluida la iglesia del Sagrado Corazón. Don Luis estaba en Milán y regresó lo antes que pudo. Lo primero que hizo fue cantar un Te Deum de agradecimiento ante el estupor de los que conocían el hecho. Era un Te Deum de agradecimiento por haber preservado la Casa de un desastre mucho mayor. Solo hubo daños materiales que con el tiempo y la ayuda de Dios se pudieron reparar y, a partir de entonces, esa Casa se llamó la Casa Te Deum.

Durante la construcción del santuario del Sagrado Corazón de Jesús en Como, don Luis le confió al padre Agostino Gemelli que tenía dificultades económicas, pero añadió: Confío plenamente en el Sagrado Corazón de Jesús y estoy convencido que puede terminarlo o dejarlo  incompleto, pero creo que será terminado, porque todo lo hago para su mayor gloria. Y de hecho se terminó sin mayores problemas en tres años.


SU  MUERTE

El doctor Fumagalli escribió a don Mazzucchi el relato de la última enfermedad de don Guanella. Dice: Él había tenido una naturaleza sana y robusta, pero no se cuidó. Muchos años antes de la última enfermedad ya tenía diabetes, causada por desórdenes dietéticos y por graves emociones. Pero él, que se cuidaba mucho de los demás, se cuidaba poco de sí mismo. Era muy austero. Comía un poco de polenta, un plato de patatas y un poco de leche y esa era toda su comida. Además tenía la mala costumbre de ocuparse de sus asuntos después de haber comido, haciendo visitas o viajar. Y, si alguna vez, se le hacía alguna observación a este respecto, decía que primero debía pensar en sus pobres.

Y no se preocupó de otro mal, que, poco a poco, lo venía minando: mal de la próstata, que por pudor no se atrevía a manifestar. Cuando observé este mal ya estaba muy avanzado y no había curación posible. No había posibilidad de operación por causa de la diabetes. La orina salía con sangre y por la noche no podía descansar tranquilo.

Se consultaron otros especialistas y todos coincidieron en que el tratamiento debía limitarse a tener vacía la vejiga y lavarla para impedir infecciones  . 

El 27 de septiembre de 1915 le dio una parálisis que lo dejó medio inválido. Esto se complicaba con otras enfermedades, como la enfermedad de los riñones. Los pocos días que le quedaron de vida fue dando consejos varios para el futuro: Dios pensará en vosotros. La providencia de Dios os ayudará. No rechazo sufrir por vosotros. Por vosotros hago el sacrificio de mi vida. Seguidme con este programa: Rezar y sufrir. Es necesario vivir santamente para morir santamente. Adiós, nos encontraremos todos en el cielo.

Murió en la noche del 14 al 15 de octubre de 1915. Benedicto XV, cuando recibió la noticia de su muerte, dijo: Ha muerto un santo. Los funerales fueron oficiados por el cardenal Ferrari, que le hizo una hipotética pregunta: Si te preguntara qué nombre prefieres para llamarte, seguramente me responderías: "Siervo de la caridad". Fue enterrado en el cementerio mayor de Como. Allí estuvo poco más de un mes. Después, con el permiso del Ministerio del Interior, fue enterrado en el santuario del Sagrado Corazón.

El doctor Buschi por su parte declaró: Lo visité en octubre de 1915, tres días antes de su muerte cuando ya estaba hemipléjico desde hacía 20 días. A causa de una mala maniobra anterior, no conseguí introducir el catéter en la vejiga y solo pude practicarle una punción suprapúbica, saliendo poca orina. Tenía intoxicación urinaria y por su hemiplejia y la  uremia no se daba cuenta de sus actos  .













BEATIFICACIÓN  Y  CANONIZACIÓN

Los dos milagros aprobados para su beatificación fueron: El de la niña María Uri de once años, que estaba internada con las religiosas de Santa María de la providencia en Lora (Como). De improviso, el 27 de mayo de 1932 comenzó a sentir dolores en el abdomen acompañados de vómitos y arcadas. Al día siguiente, se levantó de la cama para asistir a misa, pero se desvaneció en la iglesia. De nuevo tuvo fuertes dolores y desfallecimiento, siendo incapaz de tomar alimento alguno, ni siquiera la sagrada hostia. El médico dijo que era peritonitis aguda.

Las condiciones de la enferma empezaron a empeorar. Trajeron de su casa el vestido de primera comunión para enterrarla con él. Las hermanas le pusieron una reliquia del padre Guanella y trataron de que tragara algunos hilos de su ropa, elevando fervorosas plegarias. Dios escuchó su oración y a medianoche se durmió plácidamente. Por la mañana se despertó totalmente curada. Los médicos consideraron el caso como milagro, porque superaba las fuerzas de la naturaleza.

La otra curación se refiere a la señora Teresa Pighin de Zoppola (Udine), madre de cuatro hijos. En febrero de 1929 se hospitalizó y a los pocos días regresó a casa, pero se volvió a sentir mal. Le diagnosticaron en 1932 el mal de Pott. Dos años después, en 1934, la acogieron las hermanas de Santa María de la providencia en Cardignano (Udine). Los médicos la desahuciaron con el mal de Pott. Estaba en cama sin esperanza de curación. El 30 de noviembre las hermanas le dieron una reliquia de don Guanella y comenzaron una novena al siervo de Dios. El 2 de diciembre por la mañana, a las siete, la paciente despertó con una especie de sacudida de todo su cuerpo, seguida de una sensación de bienestar general. Estaba curada  . 

Fue beatificado en la basílica vaticana el 25 de octubre de 1964. Y canonizado por Benedicto XVI el 23 de octubre de 2011. Se le ha llamado el padre de los pobres. Pío XI lo consideró el Garibaldi de la caridad. Su cuerpo se venera en el santuario del Sagrado Corazón de Como. Su fiesta se celebra el 24 de octubre.






CONCLUSIÓN

Después de haber leído atentamente la vida de don Luis Guanella podemos elevar nuestro corazón a Dios y darle gracias por los dones de su providencia.

Construyó hermosas iglesias, asilos y obras de caridad para los pobres, ancianos, discapacitados y necesitados de toda clase. Él nunca negaba su ayuda a nadie, porque aunque no tuviera los medios convenientes para atenderlos en ese momento, confiaba en la providencia de Dios, que nunca deja de atender a quienes se lo piden con fe.

Ojalá que su ejemplo nos estimule a nosotros a confiar más en Dios y a poner en sus manos nuestro futuro. Por supuesto que esto no quiere decir que debamos dejar de trabajar, sino que hay que orar y trabajar a la vez. Orar y confiar como si todo dependiera solo de Dios; y a la vez, trabajar con entusiasmo, como si todo dependiera solo de nosotros.

Que la vida de este gran santo nos lleve a pedir a Dios que aumente nuestra fe para que nunca dudemos de su providencia, ni de su amor ni de su perdón para con nosotros. Y también algo muy especial que tenía don Guanella: su amor a Jesús Eucaristía. Pidamos que nunca dudemos de la presencia real de Jesús en este sacramento y procuremos compartir nuestra fe con todos los que nos rodean como verdaderos discípulos y seguidores de Jesús.

Que Dios te bendiga por medio de María y no olvides que la providencia de Dios ha colocado a tu lado para toda tu vida a un ángel bendito, tu ángel custodio, para que te guarde en todos tus caminos. Confía en Dios, pide ayuda a la Virgen nuestra madre y a tu ángel y no te olvides de tantos santos que son tus hermanos, y de tantos ángeles, que son también tus hermanos y te ayudarán en la medida en que los invoques con fe.

Que seas santo, éste es mi mejor deseo para ti.


Tu hermano y amigo para siempre.
P. Ángel Peña O.A.R.
Agustino recoleto


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BIBLIOGRAFÍA

Aguado Juan Bautista, Luigi Guanella, prete samaritano, Ed. Nuove Frontière, Roma, 1994.
Anónimo, I tempi e la vita di Don Guanella, Ed. Nuove Frontière, Roma, 1990.
Beria Attilio, Gli opuscoli pastorali di Luigi Guanella, Ed. Nuove Frontière, Roma, 2017.
Cantaluppi Gabriele, Luigi Guanella, parabole di un samaritano II, Ed. Nuove Frontière, Roma, 2017.
Carini Alimandi, Luigi Guanella per le vie del quarto mondo, Città Nuova, Roma, 1978.
Carrera M., Don Guanella, profeta della carità, Città Nuova, Roma, 2004.
Carrera M., Don Guanella servo per amore e giocolière della provvidenza, Nuove Frontière, Roma, 1995.
Carrera, M., Don Luigi Guanella, una storia chiamata speranza: centocinquant´anni a servicio degli ultimi, Nuove Frontière, Roma, 1992.
Carrozzino M., Don Guanella e Don  Bosco, storia di un confronto, Nuove Frontière, Roma, 1989.
Credaro T., Pane e Signore nella vita e nelle opere di don Luigi Guanella, Nuove Frontière, Roma, 1981.
Diéguez A., Figlie di Santa Maria della provvidenza e servi della carità nei vent`anni successivi alla morte del fondatore, Nuove Frontière, Roma, 2003.
Diéguez Alejandro, La spiritualità di Don Luigi Guanella, Ed. Nuove Frontière, Roma, 1992.
Diéguez Alejandro, L´apostolato caritativo di Don Guanella nel suo pensiero e nelle sue realizzazioni, Ed. Nuove Frontière, Roma, 1993.
Guanella Luigi, Le vie della provvidenza, Ed. San Paolo, Roma, 2011.
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Lapucci Carlo, Luigi Guanella, parabole di un samaritano, Ed. Fiorentina, Firenze, 1987.
Lupacci C., La figura, il pensiero e l`azione di Don Luighi Guanella nei suoi scritti, Nuove Frontière, Roma, 1995.
Lucarelli V., Un contemporáneo affascinante: Don Guanella, Ed. Paoline, Milano, 1991.
Mazzucchi Leonardo, La vita, lo spirito e le opere di Don Luigi Guanella, Como, 1920.
Oliva M. L., Luigi Guanella: gli anni di Savogno 1867-1875, Nuove Frontière, Roma, 1991.
Opera Omnia de Luigi Guanella, Nuove frontière, Roma, 1988-1999.
Sgarbossa Mario, Don Guanella, Voglia di bene, Ed. Paoline, Milano, 2008.
Soscia E., Una discepola di Don Guanella: beata Chiara Bosatta, Nuove Frontière, Roma, 1993.
Tamborini Alejandro, El siervo de la caridad, Beato Luis Guanella, Madrid, 1980.
Tamborini A. y Preatoni G., Il servo della carità, beato Luigi Guanella, Ed. Ancora, Milano, 1964.
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Volpi D., Storia di un coraggio: Don Luigi Guanella, Ed. Paoline, Roma, 1982.


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MARIE JULIE JAHENNY, MÍSTICA FRANCESA

La vida de Marie Julie Jahenny es una vida mística al ciento por ciento. Todos los días tenía éxtasis en los que se comunicaba con Jesús o la Virgen María, los santos o los ángeles. Tuvo mucho que sufrir, pues fue un alma víctima. Todo lo ofrecía a Jesús por la conversión de los pecadores. Y Jesús le dio los estigmas de su Pasión para poder identificarse más plenamente con él.

P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.
MARIE  JULIE  JAHENNY, MÍSTICA  FRANCESA



















S. MILLÁN – 2018


MARIE  JULIE  JAHENNY, MÍSTICA  FRANCESA










Nihil Obstat
Padre Ricardo Rebolleda
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto








Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)














S. MILLÁN – 2018

ÍNDICE GENERAL


INTRODUCCIÓN
Su infancia.
Enfermedades.
Las llagas.
Corona de espinas.
Esponsales.
Incomprensiones.
Los santos.
El demonio.
Escapulario.
Hechos milagrosos.
La misa.
El Niño Jesús.
El ángel de la guarda.
El purgatorio.
Papas y profecías.
Su muerte.


CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA



















INTRODUCCIÓN

La vida de Marie Julie Jahenny es una vida mística al ciento por ciento. Todos los días tenía éxtasis en los que se comunicaba con Jesús o la Virgen María, los santos o los ángeles. Tuvo mucho que sufrir, pues fue un alma víctima. Todo lo ofrecía a Jesús por la conversión de los pecadores. Y Jesús le dio los estigmas de su Pasión para poder identificarse más plenamente con él.

Todos los viernes vivía la pasión de Jesús. Sufrió mucho por algunos sacerdotes que creían que todo lo suyo era histerismo y engañaba a todos. Por eso, le suprimieron la confesión y comunión durante un largo tiempo hasta que el mismo Papa León XIII escribió tres cartas personales a su obispo para que le administraran los sacramentos.

Ella todo lo ofrecía con amor a Jesús y solía decir: Sufrir y no morir. Sus dos palabras más importantes para su vida espiritual eran: Sufrimiento y amor, amor y sufrimiento.

A lo largo de este relato de su vida, anotaremos algunas visiones de sus éxtasis para comprender mejor lo grande que es la misa, la misión de nuestros ángeles custodios, la necesidad de rezar por las almas del purgatorio y otras cosas importantes de nuestra fe católica.

Ojalá que su vida nos estimule a nosotros en el camino de la santidad y podamos decir con sinceridad y voluntad: Quiero ser santo. Y si no llegamos a ser santos canonizados, al menos, al haberlo intentado y deseado, ojalá hayamos cumplido fielmente la misión que Dios nos ha encomendado en este mundo.
















SU  INFANCIA

Marie Julie Jahenny nació el 12 de febrero de 1850 en Coyault, un lugar de una docena de casas muy cerca de Blain en Francia. Fue bautizada al día siguiente. Sus padres fueron Carlos Jahenny y María Boya. Sus padrinos de bautismo: Francisco Jahenny y Juana Boya.

Su padre era un hombre frío de sentimientos, pero muy trabajador y fiel a sus deberes religiosos. Su madre era más abierta y simpática que su esposo, con un carácter firme, a la vez que honesta y piadosa. Normalmente ambos padres se acercaban mensualmente al sacramento de la confesión y comunión, y rezaban todos los días en familia. Tuvieron cinco hijos, de los cuales Rosa murió en su infancia. Los otros hijos, además de Marie Julie, fueron Carlos (Charles), Ángela y Juana.

Nuestra Marie Julie (María Julia) era la mayor y ayudaba a sus padres en las tareas del campo en la medida de sus fuerzas. A los 7 años hizo su primera confesión.  Enla escuela aprendió a leer, pero escribía no muy bien.

En cuanto a su vida de piedad, desde muy pequeña se le notaba ansias de soledad y le gustaba apartarse de los demás y estar sola para orar y hacer penitencia. Sus padres la mandaban con tres vacas al campo y ella aprovechaba el tiempo haciendo algún altar con flores silvestres, un crucifijo y una imagen de la Virgen, que había comprado muy barata. María y la cruz fueron las dos grandes devociones de su vida junto con Jesús Eucaristía. A veces le gustaba ir a algún altozano para ver a lo lejos la torre de la iglesia y pensar en Jesús que estaba allí presente.

Aprendió a hacer penitencias desde pequeña y se hizo un cinturón de cuero con clavos y puntas que atravesaban la piel. También se frotaba con ortigas o se metía clavos o piedras en los zapatos. Se hizo una cruz de más de un metro y dormía sobre ella. Pero el confesor, a sus 16 años, le confiscó sus instrumentos de penitencia.

Hizo su primera comunión a los diez años y medio, después de seis meses de  preparación. Su madre declaró que desde su primera comunión se le notaba más piadosa. Dijo en 1873: Mi hija siempre fue piadosa, sobre todo después de su primera comunión. Ella repetía todos los sermones que oía  .

 A sus 15 años se puso bajo la dirección espiritual del padre David, I´abbé David, vicario parroquial de Blain. Se acostumbró a ir a misa y comulgar una vez entre semana, además del domingo.


ENFERMEDADES

Deseaba ser religiosa, pero el padre David la desanimó por su poca salud. Tenía algunos accesos de fiebre, algo de paludismo y otras limitaciones.

A los 16 años sus padres la colocaron en casa de una familia del vecindario, los Miltais, para trabajar como empleada doméstica, pero a los seis meses tuvo que regresar a casa por su mala salud. A sus 22 años comenzó a aprender costura en casa de las señoritas Péhe de Blain. Ganaba ocho dineros por día. Años más tarde recordaba que las señoritas tenían mucho miedo de los ladrones y todos los días debía pasar la escoba por debajo de la cama a ver si había algún hombre escondido.

El médico de Blain curaba a su hermano Carlos y su madre alguna vez la envió a pagar los honorarios al médico, quien en su propio domicilio, un día quiso atentar contra su honor. Ella se resistió y huyó corriendo; y siempre le agradeció a Dios por haberla librado de las garras del tigre. Por este motivo la familia cambió de médico.

El 6 de enero de 1873, durante la misa, se sintió mal y tuvo que regresar de inmediato a su casa. Durante un mes estuvo en casa, pero iba empeorando. El médico diagnosticó cáncer al estómago. El 12 de febrero estaba muy mal. El padre David llegó a su casa a confesarla. El día 15 la encontró sin conocimiento y el 22 le administró la unción de los enfermos. Ese mismo día Marie Julie abrió sus ojos y miró hacia un punto fijo. Estaba viendo a la Virgen que estaba silenciosa. Unas horas más tarde de nuevo se le apareció la Virgen y le dijo: Querida hija, no temas. Soy la Virgen inmaculada. Tú sufres. Ella anotó: La Virgen se inclinó hacia mí. Su brazo derecho sobre su corazón, el izquierdo apoyado sobre una cruz. Su mano derecha la puso sobre mi corazón y me prometió curarme el 2 de mayo a las tres de la tarde. Antes de despedirse me anunció: "Volveré a verte".

El 15 de marzo, de nuevo se le apareció la Virgen María y le dijo: ¿Quieres aceptar las cinco llagas de mi divino hijo? Julie aceptó. María añadió: ¿Quieres sufrir el resto de tu vida por la conversión de los pecadores? Respondió: Sí, madre mía, si tu hijo divino lo desea. Yo me someto a su santa voluntad. Y María añadió: Mi querida hija, esa será tu misión.

LAS  LLAGAS

El 20 de marzo de 1873 Julie previno a su familia, porque sabía que iba a recibir las llagas. Su padre fue a la parroquia a avisar al párroco, pero éste se rió de la noticia. Ese día había ya 200 personas en su casita y empezó todo con unas convulsiones. Su mano izquierda comenzó a sangrar y después de cinco minutos pasó lo mismo con la mano derecha. Y después con las llagas de los pies y del costado.

Todo había comenzado con una visión de Jesús, que tenía sus cinco llagas brillantes como el sol. Un rayo de luz partió sucesivamente de cada una de las llagas de Jesús para hacerle la llaga correspondiente a Julie. El rayo de luz que salió del costado de Cristo era dos veces más largo que los de las manos y pies y tenía la forma de una punta de lanza. Ella vivió los dolores de la pasión y crucifixión de Jesús todos los viernes hasta su muerte.

Al párroco de Blain le comunicaron los hechos y envió un aviso al obispo de Nantes para que enviara para el viernes siguiente una comisión investigadora. Esta comisión la formaban dos médicos, el padre Rousteau y dos delegados del obispo: el padre Vignard y el padre Joüon. Sin embargo, el miércoles, la madre de Julie fue a visitar al párroco de Blain y le comunicó de parte de su hija: Si los médicos vienen de Nantes y el doctor Sortais los acompaña, la Virgen María ha dicho que su presencia impedirá que salga sangre de las llagas. Además ningún médico debe tocarla.

El viernes 28 de marzo había mucha gente en el lugar, entre cinco y diez mil personas. Los enviados por el obispo llegaron temprano, acompañados de algunos médicos de los alrededores. Julie les dijo que la sangre no saldría. Habían desobedecido. Algunos presentes murmuraban y otros hasta blasfemaban. La investigación se prolongó, la gente del exterior se impacientó y se les hizo entrar. Desfilaron durante varias horas. Todos veían a Julie en su cama y las llagas visibles en sus manos, pero no había sangre. La opinión general fue desfavorable para Julie y menos favorable aún el informe que los médicos enviaron al obispo. Manifestaron que no había nada de sobrenatural y que todo se debía a una crisis nerviosa sin fenómenos milagrosos.








CURACIONES

Su hermano Carlos llevaba 16 meses enfermo de la rodilla izquierda y no podía dormir por las noches. Julie, a quien la Virgen le había prometido curarla el 2 de mayo, le pidió que ese mismo día curara a su hermano Carlos.

Ese día el padre David le llevó la comunión. Había presentes unas 40 personas y cinco sacerdotes. Todo comenzó con un asalto del demonio que, con permiso de Dios, la hizo sufrir con movimientos tan violentos que las barras de la cama se rompían. Esto duró hora y media. Después vino la calma. Se le apareció la Virgen y ella le dijo: Madre mía, os pido la curación de  mi hermano. En ese momento Carlos se puso a temblar y a llorar. Había sentido un chasquido en su rodilla. Se levantó y pudo caminar normal. Después abrazó a su hermana lleno de emoción.

Julie le comunicó a la gente: La Virgen quiere que reciten el "Veni Creator" y el "Ave maris stella". Terminadas estas oraciones, Julie anunció: Alegraos, la Virgen os ha sonreído. Denme mi ropa, estoy curada.

Algunas mujeres la ayudaron a vestirse y se mostró ante la gente que quería entrar. Eran en total a esa hora como 2.000 personas. Al día siguiente, Julie y Carlos fueron a la iglesia de Blain a la misa y a recibir la comunión como acción de gracias.


CORONA  DE  ESPINAS

El 31 de agosto la Virgen le dijo a Julie: Yo te daré una corona de espinas. El 7 de octubre de 1873, Julie estaba con su hermana Ángela y empezó a quejarse de dolor de cabeza. Su hermana observó que tenía una corona roja alrededor de la cabeza, en la frente. Eran como puntitos de los que salía sangre. Ángela corrió  a avisar al padre David. Él pudo constatar que la corona estaba bien formada. Los presentes estaban sorprendidos, se pusieron de rodillas y rezaron el Magnificat.

Además de las llagas normales, Julie recibió otras como la de la espalda izquierda (por cargar la cruz a cuestas) o las marcas de la flagelación, también recibió algunas inscripciones en el pecho como: O Crux Ave, una flor y un corazón.

Por otra parte, anotemos que su comida se reducía normalmente a dos cucharadas de leche en la mañana y en la tarde. Y se pasó cinco años en ayuno absoluto.


ESPONSALES

La Virgen, en su aparición del 9 de enero de 1874, le aseguró que el 20 de febrero tendrían lugar los esponsales con Jesús. El 8 de febrero, la madre de Julie avisó al padre David que el anillo (de bodas) estaba en la mano de su hija. El padre David aseguró haberlo visto como un círculo rojo alrededor de su dedo, mientras Julie estaba en éxtasis, pero antes de acabar el éxtasis ya no estaba el círculo rojo. Julie explicó que ese no era el anillo y que el verdadero anillo lo recibiría el 20 de febrero.

El 20 de febrero algunos presentes observaron que las llagas estaban secas. Cuando empezó el éxtasis comenzaron las llagas a sangrar y, al poco rato, en el dedo anular se podía observar un círculo rojo. Corría la sangre por debajo y por encima del dedo y, poco a poco, se formó el anillo con claridad ante los presentes. Un testigo declaró que parecía un anillo de coral rojo que se había incrustado en la piel.


INCOMPRENSIONES

El 11 de junio de 1874 Julie quedó sorda a toda voz humana menos a las de sus familiares, de su confesor, de su obispo y de sus delegados. También oía los cantos litúrgicos, los sermones, las campanas y los cantos de los pájaros

El viernes 17 de julio de 1874 el obispo de Nantes, su obispo, llegó a su casa. Habló personalmente con ella y con su familia y asistió al éxtasis de  la crucifixión. El obispo quedó convencido de su veracidad y autenticidad.

Pero no todo fue fácil. Cuando murió Monseñor Fournier, vino otro obispo que no veía con buenos ojos los sucesos de Julie. Algunos sacerdotes lo indispusieron contra ella. Creían que todo era fruto de histerismo, fantasía o cosas del demonio, y que había que exorcizarla.

A los 22 días de la muerte de Monseñor Fournier, el vicario capitular Monseñor L´Espinay le suprimió los sacramentos y durante 11 años se los negaron, tanto algunos sacerdotes como el nuevo obispo Monseñor Lecoq. Era una prohibición con la única excepción del peligro de muerte.

Como no querían confesarla ni darle la comunión, su padre escribió una carta al obispo, en la que le decía: Monseñor, quiero reclamar para mi hija Marie Julie el derecho de todos los cristianos de participar en los sacramentos. Desde hace 10 meses está sin dirección espiritual y sin sacramentos. ¿Qué ha hecho para que la traten así? Dios no la ha rechazado del número de sus hijos. Este abandono va contra todas las virtudes y contra todas las leyes de la Iglesia.

Esta alma ha sido rescatada al precio de la sangre de Nuestro Señor. En nombre de este divino Redentor, yo reclamo caridad para con ella. Usted es el pastor de las almas. Le pido caridad para ella que tanto sufre. ¿Rehúsan confesar a mi hija, porque ella no oye? Esta sordera es obra de Dios, que tiene sus designios sobre ella. ¿Quién se puede meter en sus planes? El sacerdote, por su santo ministerio, confiesa frecuentemente a los sordos. Este rechazo no es legítimo.
Algunos nos persiguen y quisieran que el viernes no recibamos a ninguna de las personas que vienen a rezar con nosotros; algunos de ellos amigos fieles, que nos visitan después de seis años y nos consuelan. Nadie nos puede quitar esa libertad. Es mi derecho tener testigos que aclaren las cosas y puedan responder a las calumnias que se le achacan a mi hija.

Monseñor escuche nuestra plegaria. Dele a mi hija el consuelo debido a los cristianos para que pueda participar de los sacramentos y nuestras almas lo bendecirán. Que su paso sea para quien sufre, luz y consuelo  .

La acusaron a Roma de ser una manipuladora y engañadora. Le enviaron dos representantes del Santo Oficio: al padre Cormier, superior general de los dominicos, y después en 1886 al padre Semenenko, consultor del Santo Oficio. La relación de este último fue plenamente favorable, gracias a Dios.

El Papa León XIII envió al cardenal Rampolla para aclarar el asunto y, si hacía falta, exorcizarla, pero el cardenal manifestó que no era caso de posesión y que no hacía falta nada de eso.

En 1888 el Papa León XIII por motivo del jubileo dio permiso a todos los sacerdotes de poder confesar sin limitaciones, aunque los penitentes no estuvieran en su territorio. Julie pidió al párroco de Savenay, que era uno de los que la apoyaban, que la confesase y así fue, pero el obispo prohibió al párroco de Savenay de seguir confesándola. Además le escribió al padre Vanutelli a Roma sobre esta prohibición. Pero el mismo Papa León XIII le escribió al obispo de Nantes, invitándole a tener más dulzura con ella y administrarle los sacramentos. Entonces el obispo Monseñor Lecoq nombró como confesor de Julie al párroco de San Donato, pero éste llegó a la conclusión de que lo mejor que podía hacer Julie era internarse en una comunidad religiosa para que pudiera comulgar todos los días.

Sin embargo, en diciembre de 1888 el obispo Lecoq con motivo de la misión diocesana envió a Julie un misionero. De hecho un confesor vino a partir de entonces desde Nantes regularmente a confesarla y a darle la comunión cada primer jueves de mes. Julie tuvo siempre un gran reconocimiento al Papa León XIII, a quien llamaba su Papa, quien le escribió tres cartas personales al obispo Lecoq para que atendieran a Julie con dulzura y caridad.


LOS  SANTOS

Ella rezaba mucho por los pecadores y pedía la intercesión de la Virgen María, de san José, de san Miguel, de san Martín de Tours, del rey san Luis y de los santos estigmatizados.

Amaba mucho a san José. El padre David nos dice que abrazaba mucho una imagen que tenía de san José. También observó que en un éxtasis el día 19 de marzo de 1874 invocó a san José más de 30 veces.

En el éxtasis del 3 de marzo de 1882 le dijo san José: Si vosotros supierais mi  poder ante Jesús y María... Venid  a mí, yo estoy a la izquierda de Jesús. Yo soy el gran protector de las almas del purgatorio. Con frecuencia yo inspiro la devoción a estas  almas sufrientes  .

Otros santos de su devoción eran santo Tomás de Aquino, san Buenaventura, san Francisco de Sales, san Francisco de Asís, santa Clara de Asís, santa Germana, santa Genoveva, san Néstor, san Marcelino, san Félix y san Pantaleón. Estos cuatro últimos se le presentaron en éxtasis. Recordemos que era terciaria franciscana y amaba mucho a san Francisco como a su padre.

Un día ella le decía a Jesús: Yo quiero morir bajo la mirada de la Virgen María, con la asistencia de san José, cubierta por las alas de los ángeles, la sonrisa de san Francisco y la de todos los santos.






EL  DEMONIO

El demonio la atormentaba mucho. Se le presentaba bajo distintas figuras, incluso de santos, santas o ángeles; y también de bestias feroces o monstruos; y le arrebataba las reliquias u objetos piadosos, persiguiéndola de muchas maneras.

Ella llamaba al demonio Grippi o Quequet. Muchas veces los demonios le hacían arañazos que el padre David curaba con agua bendita. El 2 de septiembre se le apareció bajo la forma de una virgen y después se cambió a una bestia, desgarrando los vestidos de Julie y llevándose objetos de piedad, pero el padre David le obligó en el nombre de Jesús a devolverlos, apareciendo de inmediato. A veces el demonio le metía en la boca puñados de hierba o de trapos empapados de sangre. Una tarde Julie se paseaba por el jardín con su hermana, cuando de golpe fueron atacadas por el demonio y tiradas al suelo. La boca de Julie estaba llena de hierbas y de otros materiales. El padre David le conminó al demonio a quitarlos y lo hizo.

Otro día Julie se quejaba de que el pecho le pesaba mucho. Se le había presentado una hostia y ella dudaba de su autenticidad. Ella no quería tomarla. El demonio, tomando la figura de un ángel de luz, la había colocado sobre su pecho y ella sentía un peso doloroso encima. El padre David acercó la reliquia de la vera cruz y puso la hostia falsa en un vaso. Julie cayó en ese momento en éxtasis y el Señor le manifestó que esa hostia venía del demonio. El padre David la echó al suelo. Julie se levantó y pisó con sus zuecos esa falsa hostia y después la pusieron en un papel y la quemaron.


ESCAPULARIO

En el éxtasis del 16 de julio de 1901 refiere: La Virgen María  llevaba sobre su pecho el escapulario del Carmen. Él es una luz brillante como un sol resplandeciente. Yo veo multitud de almas llevando el escapulario sobre el pecho.

Y la Virgen manifestó: Hijos míos, si vosotros supieseis la protección y las gracias que se reciben de este escapulario... En el momento de la muerte yo presento a Satán esta santa imagen y es suficiente para hacerle soltar la presa. Yo asisto a todos y con frecuencia consigo para los últimos momentos muchas gracias para abreviar el purgatorio. Yo nunca he permitido que quien ha llevado toda su vida el escapulario pueda perecer como presa de Satán  .


HECHOS  MILAGROSOS

A partir del 3 de mayo de 1873 tuvo más de 5.000 éxtasis, a veces uno cada día, pero otros días más de uno, durante su larga vida de 91 años. Lo más emocionante era cuando durante la crucifixión tenía lugar también la comunión milagrosa.

También tuvo el don de la levitación, como afirmó la señora Gregoire: Julie se elevó unos 30 centímetros sobre la cama. Su cuerpo no reposaba en nada  .

Durante los éxtasis, Julie estaba inmóvil y nadie podía moverla. Cuando el confesor o capellán le daba la orden de salir del éxtasis, inmediatamente obedecía, aunque eso le suponía un esfuerzo doloroso.

Es importante anotar que durante sus éxtasis, Julie tenía el don de la hierognosis o conocimiento de las cosas sagradas. Podía distinguir claramente la hostia consagrada de la que no lo estaba y el agua bendita del agua común, y así otras cosas benditas.

En una ocasión hubo cambio de corazones. Jesús le sacó el corazón y puso el suyo en vez del de Julie. Otro día Jesús le prometió a Julie: De una comunión a otra yo me conservaré en tu corazón  . Esto quería decir que su alma sería un sagrario donde permanentemente estaría presente Jesús Eucaristía al igual que en los sagrarios de las iglesias.

El padre David refiere: Yo y su madre nos dimos cuenta el 18 de mayo de 1874 que salía sangre de sus labios. Ella la tomaba, sonreía y abría los ojos diciendo: "Oh mi querido esposo, gracias por saciar mi sed". Un momento después una gruesa gota de sangre roja apareció en su labio inferior. Ella llevaba a su boca la reliquia de la verdadera cruz. Una hora después se reprodujo la misma escena. Ella tenía los brazos en cruz mientras que la sangre aparecía súbitamente. Ella abrazaba la reliquia de la verdadera cruz y esta reliquia estaba llena de sangre. Cuando volvió en sí, declaró que había bebido siete veces la sangre de Jesús, porque él tenía un cáliz en la mano y lo llenaba de la sangre de su Corazón  .

El 27 de mayo de 1880 el padre Léqueux se presentó  y fue testigo de una manifestación sangrienta de las llagas. Julie manifestó: El crucifijo que está al pie de la cama sangra. El padre lo vio. Julie le  pidió al sacerdote que bebiera de esa sangre. Después ella pidió el crucifijo sangrante y lo besó y bebió su sangre. A continuación ella rogó al sacerdote que purificara con un paño sus labios y el crucifijo .

Una tarde ella entiendió a un sacerdote que le hablaba en latín sin haberlo estudiado. Ella había quedado inmóvil de hacer cualquier movimiento excepto el viernes durante la vivencia de la crucifixión. Esta inamovilidad duró dos años hasta principios de 1883. El 23 de septiembre de 1884 ella queda ciega, solo ve una luz. En 1885 recuperó la vista. Durante cinco años, un mes y 22 días había guardado ayuno absoluto, desde el 28 de diciembre de 1875 hasta el 20 de febrero de 1881.

Después de la primera guerra mundial Julie recibía tres o cuatro cartas diarias y durante dos años la señorita Thibaud fue su secretaria. Venía de Blain una o dos veces por semana para contestar las cartas después que se las había leído despacio a Julie. Algunas veces le decía que contestara que se confesara la interesada o le daba algún consejo personal. Tenía don de conocimiento sobrenatural.


COMUNIONES  MILAGROSAS

Fueron prometidas a Marie Julie 14 comuniones milagrosas, a la vez sacramentales y místicas. Además, en el tiempo en que fue privada de la comunión sacramental por el capellán, recibió, muchas veces la comunión de manos de san Miguel y de los ángeles custodios de Julie. Las hostias eran milagrosamente sacadas del sagrario de la parroquia de Blain.

Un viernes, mientras vivía la pasión después de la segunda caída de Jesús camino del Calvario, ella pidió ser consolada con el pan de los ángeles. Hizo la señal de la cruz, recitó el Yo pecador y después: Señor, no soy digno... La señorita Brulais declaró: Nosotros estábamos atentos. Yo estaba a unos 50 centímetros de la cara de Julie y vi sus dos manos juntas sobre el pecho. De pronto ella abrió la boca y sacó la lengua. No había nada. Ella cerró la boca y la abrió de nuevo y mostró la lengua, pero no había nada. De nuevo cerró la boca y de nuevo la abrió. ¡Oh prodigio! Una hostia más brillante que la nieve estaba allí, visible a nuestros ojos. Un grito de admiración salió de nuestros corazones. Ella cerró la boca y dos veces más la abrió y nos mostró la hostia sobre la lengua. No había posibilidad de ilusión o imaginación. Después abrió la boca y ya no había nada. Ella tenía una sonrisa del paraíso y su éxtasis aumentó su bienestar. Era el cielo y eso duró unos 15 minutos  . Los presentes estaban felices y oraban y adoraban a Jesús Eucaristía en unión con Julie  .

El 25 de octubre de 1878 la señora Gregoire escribió al doctor lmbert que Julie había recibido comuniones milagrosas cada domingo por la mañana a las ocho.

  Al recibir las comuniones milagrosas, según escribió el padre Barille, unas lágrimas corrían suavemente por sus mejillas y una sonrisa se veía en sus labios. Era el paraíso.


LA  MISA

Ella en éxtasis hablaba de las maravillas que veía en la misa: Yo admiro el cielo que desciende al santo altar cuando el sacerdote celebra la misa. Sagrado Corazón, cuando  desciendes del cielo al altar, el sacerdote toma proporciones de amor tan elevadas y tan grandes y poderosas que parece una llama de fuego. Si se viera al sacerdote, transformado él mismo en gloria y belleza, no se podría dirigir a él sin temor y sin temblar  .

En un éxtasis tuvo la visión de las misas. Dice: Los sacerdotes subían al altar con más o menos respeto. Yo asistí a todas las celebraciones. Los ángeles se prosternaban, llenos de respeto. Muchísimos ángeles llenaban los altares y derramaban perfumes. Por encima del altar los ángeles estaban en círculo. A la derecha e izquierda del sacerdote estaban los serafines que le servían. Cuando fue el momento del Credo, los ángeles cantaron y ofrecieron al Señor la fe de los pueblos. Fue un triunfo de la gloria de Dios. Nuestro Señor estaba presente en todas partes a la vez, repartiendo bendiciones. Al momento de la elevación, todos los sacerdotes resplandecían. A la elevación de la hostia, vi al Niño Jesús con una belleza extraordinaria. Él tenía sus manitas extendidas sobre su Corazón, que estaba abierto y alrededor de él había una gran llama blanca. Todo el cielo cantaba el Hosanna. Una multitud de ángeles rodeaba al Niño Jesús. Al padrenuestro, el Niño Jesús tenía los brazos extendidos y repartía inmensas gracias.

Al momento de la comunión del sacerdote, todo el cielo lanzó llamas de fuego sobre el pecho del sacerdote. El quedó como un verdadero cielo. Al momento del Cordero de Dios, nuestro Señor parecía un torrente de llamas. Al momento de la comunión de los fieles, nuestro Señor se revistió de un amor tan ardiente que parecía que iba a morir de amor. Grupos de ángeles rodeaban el altar y, cuando el sacerdote abrió el sagrario, ellos derramaron perfumes y cantaban cánticos sublimes.

Cuando el sacerdote sacó el copón y levantó la hostia, sus manos estaban rodeadas de llamas. Sus palabras eran recogidas por los serafines y la hostia santa se transformó en el Niño Jesús. Los ángeles llevaban banderas y, mientras se distribuía la comunión, los ángeles lloraban de emoción. Yo he visto sonreír al Niño Jesús al entrar en los corazones, pero esa sonrisa no era igual en todos. En los corazones dignos era como un sol lleno de luz brillante. Al regresar el sacerdote al altar después de dar la comunión, todos los ángeles daban gracias por las almas que habían recibido a Jesús. En el momento de la bendición final, nuestro Señor estaba con el sacerdote. ¡Qué maravilla! Y yo volví en mí llena de todos los tesoros de amor que había contemplado  .
En un éxtasis Jesús le concedió la gracia de asistir a todas las misas que se celebraban en la tierra  .


EL  NIÑO  JESÚS
Jesús fue siempre para ella el esposo de su vida, el encanto de sus ojos, el amor de sus amores. Jesús Eucaristía, Jesús crucificado y sobre todo el Niño Jesús se le aparecían con frecuencia.

En el éxtasis del 7 de enero de 1877 manifestó Julie: Nuestra Señora se presentó llevando al Niño Jesús en brazos. El Niño tenía en sus manos una flor de lis y sobre su corazón una cruz... Yo le dije a María: "Madre, ¿me puedes dar al pequeño Jesús para tenerlo conmigo?". Me respondió que sí. Yo le pedí su manto, que era más puro que el mío, y después le dije al Niño Jesús: "Ven, Jesús, ven a mis brazos". Y María me lo dio. Yo lo llevé sobre mi lado izquierdo y el Niño sonreía. Él me dijo: "Mi víctima, ¿para quién es tu corazón?". "Para ti, querido Jesús", le respondí. Y Jesús me contestó: Tú corazón y el mío están unidos e inseparables  . 

Ángela, la hermana de Julie contó en la Navidad de 1880: Ella estuvo dos horas de rodillas con un cirio encendido en la mano. Ella estaba en éxtasis y hablaba en voz alta. Veía a su alrededor grupos de vírgenes y santas con sus cabellos largos sobre las espaldas. De pronto le sacaron su toca y quedó ella también con sus cabellos flotando sobre las espaldas. Al mismo tiempo apareció sobre su frente una gota de líquido brillante y perfumado. Ángela la secó con un paño. Ella decía que tenía al Niño Jesús en sus brazos y hacía gestos como si llevara un niño en brazos  .

En la Navidad de 1879 también Julie recibió en sus brazos al Niño Jesús y declaró: Yo sentí en el alma un gran calor de amor, que me embargaba totalmente. Yo sentía que mi alma se iba en medio de una multitud de ángeles, que iban al pesebre. Cuando estuve junto al pesebre del Niño, sentí ese calor que me embargaba. El Niño me puso un manto blanco sobre mis espaldas y me dijo: "Quiero reposar en tu corazón y en tus brazos". Yo creía que no era digna, pero él insistió: "Yo quiero que tú me lleves". Yo me puse a llorar de emoción, su manita secaba mis lágrimas y yo lo recibí en mis brazos. Su cabecita inclinada sobre mi corazón. Mientras lo tenía así, él pasaba sus manos sobre mis mejillas y me besó en medio de la frente  .
En el éxtasis del 29 de julio de 1881 nos dice: Algunas veces el Niño Jesús viene a verme y me dice: "Vengo a estar contigo cerca de tu corazón". Él es más pequeño que mi ángel custodio. El habla primero y yo después. Él me dice: "Dime tus penas y las de tus amigos". Él sabe que yo no puedo ir a visitarlo y por eso el viene a mí  . 

En el éxtasis del 13 de enero de 1921 Julie afirma: Cada mañana el Niño Jesús viene a verme y me dice: "Vengo a estar cerca de tu corazón"  .











EL  ÁNGEL  DE  LA  GUARDA

Julie veía en éxtasis a los ángeles custodios que presentaban a Jesús las almas de los que guardaban. Refiere Marie Julie: Yo tengo dos ángeles custodios, uno me cuida y nunca me deja. Es mi pequeño ángel. Él es rubio y de cabellos rizados. Tiene una pequeña corona de rosas blancas. Lleva un vestido blanco y corto con un cinturón azul sobre el que están escritos los nombres de Jesús y María. En su cuello lleva una cruz de oro suspendida por un cordón, donde hay perlas preciosas representando los corazones de los amigos de la Cruz. En esa cruz están escritos los nombres de todos mis amigos fieles. Yo le hago abrir esa cruz de vez en cuando y me hace leer los nombres de mis amigos. Tiene alas y son tan puras que yo le pido que me lleve bajo sus alas hasta Jesús. Tiene un reloj para contar los minutos que me deja mi otro gran ángel, que a veces se ausenta.

A veces me abraza sobre la frente y me habla del cielo, del amor de Jesús y de las visitas de María y de san José a la muerte de mis fieles amigos. Mi ángel tiene los pies desnudos. Algunas veces le proponía tomar su pie, lo tiene caliente y con él podía calentar mi mano helada. Cuando hace frío, él me trae un manto, sobre todo en tiempo de Carnaval, cuando Jesús es más ofendido. Comprendí que en el cielo nunca hace frío y viven en una atmósfera de calor y amor.

También tengo otro ángel grande. El lleva una gran cesta al cuello, atada con una cuerda de oro y él va consiguiendo gracias. Después va a los Corazones de Jesús, María y José con la cesta de flores, que son gracias. Su ropa es blanca y larga. Tiene una corona de rosas blancas. Su cinturón es todo blanco, pero sin los nombres de Jesús y de María. Él también tiene los pies desnudos. Tiene un cinturón de oro sobre su corazón. El extiende sus grandes alas y se va con su cesta y su provisión de gracias en algunos momentos a repartirlas. Al regreso me dice que ha estado por todas partes y me dice las gracias y oraciones que él ha repartido.

A mi gran ángel trato de Usted, porque parece más grande y más viejo que mi ángel custodio, a quien trato de tú, porque parece tener unos doce años. A mi gran ángel no le reprendo, pero cuando regresa de algún viaje le preguntó dónde ha estado. Y me responde: "He estado al lado de un padre que iba a escribir una carta. He ido donde tal o cual amigo que rezaba por ti o he visitado a una persona que estaba triste y la he consolado".

Cada día el Niño Jesús viene a estar junto a mi corazón. El Niño Jesús es más pequeño qué mi ángel custodio. Un día Jesús me dijo que si quería un tercer ángel, me lo podía dar, pero le dije que tenía suficiente con dos. Me aclaró: "Sería para darte más frecuentemente la comunión que tanto deseas. Te la dará dos veces por semana y yo te la daré los domingos y los días de fiesta".

Cuando hago la comunión espiritual, mi pequeño ángel siempre está de rodillas con las dos manos juntas delante de la boca y hace la señal de la cruz. Cuando yo hago oración, él se recoge y pide gracias y bendiciones para mí.

Un día, en el éxtasis del 14 de mayo de 1912, la Virgen María le dijo: Yo recibo siempre tus avemarías por medio de tus buenos ángeles, mis ayudantes celestes, que asisten a todas las fiestas del cielo.

Cuando Julie rezaba el rosario oía Que los ángeles le respondían y también les oía cantar  .
En el éxtasis del 22 de mayo de 1917, Jesús le dijo: Cuando falten las almas víctimas en la tierra, yo enviaré a los ángeles para reemplazarlas y traer el pan divino de la Eucaristía. (En la gran tribulación), cuando el pan material sea escaso, el pan divino se multiplicará y hará prodigios en  los elegidos.

En el éxtasis del 11 de enero de 1923, la Virgen le dice: No estáis solos. Jesús está con vosotros en los sagrarios. Están los ángeles, que alumbran las lámparas de la fe, esperanza y caridad.

En el éxtasis del 16 de octubre de 1923, sigue diciendo María: Hijos míos, si vieseis a los ángeles custodios traerme las avemarías del rosario… Todo el cielo queda asombrado. Las avemarías son perlas blancas y los padrenuestros, diamantes. Yo voy al purgatorio y llevo esas gracias a las almas abandonadas.

En el éxtasis del 20 de enero de 1927 dicen los ángeles custodios: Somos vuestros guías y protectores. Nos inclinamos sobre vosotros, almas fieles, y vemos llorar a nuestro lado a una multitud de ángeles custodios cuyas almas los han abandonado y no rezan jamás. Los ángeles que lloran dicen a los privilegiados: "Qué felices sois. Nosotros estamos abandonados y nunca se piensa en nosotros y se nos insulta con el Creador. ¡Qué felices sois de ser invocados!".

En el éxtasis del 27 de mayo de 1930, dice la Virgen María: Hijos míos; los ángeles custodios tienen sus función principal en adorar y dar gracias.

Jesús dijo: No olvidéis darles gracias a los ángeles. Ellos vienen  a buscar para vosotros gracias y bendiciones de vuestros bienhechores, amigos, santos patronos, etc. Los santos ángeles me dan gracias por las gracias recibidas.

En el éxtasis del 8 de febrero de 1934, nos dice Julie: Yo me he quedado maravillada, viendo entrar al cielo un alma fervorosa. He visto a su ángel guardián que la llevaba por un rayo de luz al cielo. He visto la acogida que le daban sus padres y familiares y amigos.

En el éxtasis del 20 de julio de 1922, se refiere: Los ángeles del cielo dicen: "Nosotros nunca hemos gustado de las alegrías inefables de la Eucaristía. Felices vosotros"… Los santos ángeles me encargan deciros que cada vez que vosotros recibís al Esposo divino, ellos están prosternados de rodillas delante de vuestras almas. Ellos lo adoran, lo alaban y le rezan. ¡Qué bello es ver a los ángeles en adoración al momento en que recibís a Jesús!

En el éxtasis del 8 de enero de 1935, dice la Virgen María: No os olvidéis de ese ángel que os dirige y os protege. Él está cerca de vosotros cada día y él está junto a vosotros por la noche. Él cuenta vuestros suspiros. Él está cerca y os cuida. Él os cubre con sus alas de oro y os protege. No lo olvidéis  .

Un día, durante un éxtasis, la Virgen dijo: Os recomiendo orar mucho a los santos arcángeles y a los ángeles custodios para que os protejan de los demonios. Vosotros no os  podéis imaginar el gran número de almas perdidas  . Ella los veía cantar con ella el Te Deum y asistir a la Virgen María.


EL  PURGATORIO 

En el éxtasis de julio de 1901, dice la Virgen María: El purgatorio es un día sin noche, sin reposo para el alma que se purifica... El alma tiene allí una paciencia admirable. Sabe que hace falta que se cumpla ese tiempo de purificación. Ella adora la voluntad de Dios que la hace sufrir para merecer la recompensa eterna. El tiempo parece largo a causa del deseo de ver a Jesús, pero cuanto más avanza hacia el cielo, ese deseo aumenta y está más purificada…

Con frecuencia la corona de las avemarías de un rosario puede hacer volar un alma al cielo. Una sola comunión y el alma blanca puede volar al cielo. A veces hace falta menos, basta la invocación de un padrenuestro o un avemaría en honor del santo escapulario. Esta riqueza es inmensa. Son gracias tan abundantes que no se pueden enumerar.

¡Qué poder tiene la celebración de la misa! Solo en el cielo entenderéis la inmensa eficacia de este prodigio de poder y de bondad para vuestra liberación...

En el éxtasis del 14 de noviembre de 1905, dice María: Las almas del purgatorio están confirmadas en gracia. En ese lugar ellas se reconocen y se consuelan entre ellas. Ellas ven la ingratitud de aquellos que las olvidan, aunque las hayan dejado en medio de lágrimas y  les hayan prometido no olvidarlas...

Es necesario que el sacerdote que celebra la misa por las almas del purgatorio piense en el alma por la que celebra la misa. Su pensamiento tendrá doble fruto al celebrarla con más voluntad e intención. A veces se celebra la misa sin un pensamiento por el alma por la que se aplica. Durante el mes de noviembre, consagrado a las almas del purgatorio, van innumerables almas al cielo. Alegraos. En el cielo lo primero que hacen, después de agradecer a Jesús, a María y san José, es pedir gracias para asistir a sus familiares de la tierra.

La Virgen dice: Queridos hijos, hay una multitud de almas abandonadas en el purgatorio y hay  quienes solo necesitan una comunión o un viacrucis para ir al cielo. Esos serían vuestros amigos si los ayudan a entrar al cielo y vendrían a traeros gracias abundantes de Dios. La gracia de una misa y comunión es una gracia que sobrepasa a todas las otras gracias  . 

Cuando rezaba el rosario oía con frecuencia que las almas del purgatorio le respondían Santa María.














PAPAS  Y  PROFECÍAS

En sus conversaciones Julie insistía mucho: Conservad el vínculo de la fe. Lo dice más de 200 veces. Con ello quería decir que se debe escuchar y seguir siempre al Papa, que es el Vicario de Cristo, porque es Jesús mismo en la tierra.

El Papa León XIII murió en 1903 y Julie afirmó: El cardenal Adriano es el elegido de Dios. El será santo y santificará. El pondrá todo en orden. El no durará mucho tiempo y llevará el nombre de Pío.  Fue Pío X y ella lo amó mucho también.

El 25 de julio de 1911 profetizó: El Papa Pío  X  verá  el comienzo de los males, pero no mucho tiempo. El será mártir y víctima. Ciertamente él vio el comienzo de la primera guerra mundial en 1914.

El 12 de octubre de 1915 vio al Papa Benedicto XV llorando por los terribles males que la guerra había desatado. El 15 de mayo de 1924 vio al Papa Pío XI y pidió por él a la Virgen María.

En 1937 el Papa Pío XI envió a la Fraudais a ver a Julie al cardenal Pacelli, futuro Papa Pío XII, quien habló durante tres horas con Julie.

Cuando sucedió el fenómeno de la aurora boreal el 24 de enero de 1938, que ya la Virgen había anunciado en Fátima que sería la señal de una guerra peor que la primera, Julie también la anunció. El 24 de agosto, unos siete días antes del comienzo de la segunda guerra mundial, le avisó a Monseñor de la Franquerie que debía llevar todos los documentos sobre su caso a un lugar seguro. El 25 de agosto algunos hablaban de guerra y rezaban para que no comenzara, pero Julie les dijo: La guerra ya ha comenzado. Se pudo saber después que la orden de invadir Polonia había sido dada por Hitler para ese día. Su publicación se retardó ocho días por motivo de las negociaciones germano-soviéticas, pero los comandos alemanes, que no habían recibido contraorden, ya estaban combatiendo en la frontera con Polonia.

Uno de los días un periodista le notificó que Teresa Neumann había muerto, pero ella lo corrigió y le dijo que la Virgen le había manifestado que vivía. Teresa vivió aún muchos años después de la guerra.

El 23 de noviembre de 1939 declaro: La guerra será larga y terminará mal. En un éxtasis manifestó: Yo le ofrecí a Jesús mi vida por la Iglesia, por el Papa y por los pecadores. Ella se propuso cumplir un programa de tres puntos: orar, obedecer y sufrir. Decía: Yo he vivido con mi crucifijo y quiero morir con mi crucifijo. El sufrir pasa, pero el haber sufrido queda. Yo tengo en todo momento el corazón de mi Dios y el Dios de mi corazón. Solía repetir: En el gran libro divino hay dos palabras importantes: Amor y sufrimientos, sufrimientos y amor. También decía: Quiero sufrir y no morir.

De hecho se fundó la Obra de la Cruz por un grupo de Amigos de la Cruz para defender a Julie y propagar sus acciones en el llamado Santuario de la Cruz, que era la propia casa de Julie.


SU  MUERTE

En plena guerra mundial, el 16 de junio de 1940, Julie fue llevada en coche lejos de Blain por unos amigos. Algunos no querían que se fuera, porque su presencia les era de garantía de que no pasaría nada. Al día siguiente de su partida los aviones alemanes bombardearon Blain. Después de recorrer 500 kilómetros y estar en diferentes lugares sin quejarse con sus 90 años, sufriendo con paciencia los inconvenientes del viaje, regresó a su casa feliz. Los viajeros rezaron con ella el Magnificat por la protección que habían tenido durante el viaje sin problema alguno.

El 14 de febrero de 1941 recibió de Dios la noticia de su próxima muerte y envió aviso a la señora Imbert y a la señora Trioullier que vinieran sin tardar a verla. Ese día, después de la comunión, estaba particularmente feliz e hizo escribir a la señora Imbert por segunda vez que viniera sin tardar. Cayó enferma el 26 de febrero, miércoles de ceniza. El médico creía que era solo una gripe. El 3 de marzo se agravó mucho. A las seis de la tarde el padre Morice le administró la unción de los enfermos y ya estaba en coma. Al día siguiente, 4 de marzo de 1941 a las 10:25 a.m. expiró.

La vistieron con el hábito de terciaria de san Francisco y vieron que tenía el pie izquierdo sobre el pie derecho como estaba Cristo en la cruz. Algunos periódicos hablaron de su muerte. Su cadáver conservó durante 75 horas el calor. Una gran multitud vino a sus funerales a pesar de la tempestad que había y los inconvenientes de la guerra. La colocaron en una tumba provisional en el cementerio y el 17 de marzo de ese año, 1941, tuvo lugar el entierro definitivo.

Hay dos cuadernos llenos de relatos de  gracias obtenidas por intercesión de Julie, después de su muerte. Dos ejemplos. Un sacerdote declaró que había visto a Julie aparecer algunos días  después de su muerte tal como era en la tierra. Ella le dijo que había sido recibida en el cielo y le manifestó que era muy feliz  . 

A un padre de familia enfermo le administraron la unción de los enfermos. Su esposa le colocó una pequeña reliquia de seda de la ropa de Julie y el enfermo se curó  .

CONCLUSIÓN

Después de haber leído atentamente la vida de Marie Julie, podemos darnos cuenta de lo importante que es vivir para la eternidad y no dejarnos atrapar por las cosas ordinarias de cada día. Muchos de nuestros contemporáneos solo piensan en gozar de la vida, disfrutar de los placeres, fiestas y comodidades y piensan poco o nada en la eternidad. Por eso es preciso que tomen su vida más en serio y vivan para la eternidad y no para los cuatro días de este mundo.

La vida es muy breve y hay que aprovecharla al máximo. Hay que vivir con la mente despierta, con el alma en gracia dirigidos hacia el cielo, que es nuestra patria definitiva a la que debemos aspirar.

Vivamos para Dios, vivamos lo más cerca de Dios que nos sea posible, evitando a toda costa hasta los más pequeños pecados veniales y alegrémonos de saber que nuestra fe católica es el mejor camino para llegar a Dios y que ella nos ofrece los mejores medios de santificación.

Amemos a Dios con todo el corazón, amemos a María como a una madre querida y no nos olvidemos que tenemos un ángel custodio que siempre está a nuestro lado para ayudarnos y protegernos de todo mal.

Que Dios te bendiga por medio de María. Que seas santo. Este es mi mejor deseo para ti. Saludos de parte de mi ángel para ti y para tu ángel


Tu hermano y amigo para siempre.
P. Ángel Peña O.A.R.
Agustino recoleto



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BIBLIOGRAFÍA

Bourcier Henri Pierre, Henri de la Croix, sauveur de la France par Marie Julie Jahenny, Ed. Bourcier, 1979.
Bourcier Pierre, Marie Julie Jahenny, message de la Fraudais, Ed. Jules Hovine, 1984.
Bourcier Henri-Pierre, Marie Julie Jahenny, une vie mystique, Ed. Tequi, 1990.
Bourcier Henri Pierre, Prières litaniques de Marie Julie Jahenny, Ed. Resiac, 1988.
Bourcier Henri Pierre, Trois mille visites de N. Dame de la Fraudais a Marie Julie Jahenny, Ed. Hovine, 1993.
Marquis de la Franquerie, Marie Julie Jahenny, La stigmatisée bretone, Ed. Amis de Marie Julie et de la Fraudais, 1977.
Ragot Pierre, La stigmatisée de Blain, Marie Julie Jahenny, extases, stigmes, assaults diaboliques, 1940.
Ragot Pierre, L´epouse mystique du Redempteur, Marie Julie Jahenny, Ed. Resiac, 1983.
Roberdel Pierre, Cris du ciel, Ed. Resiac, 1991.
Roberdel Pierre, Le ciel en Colloque, Ed. Resiac, 1982.
Roberdel Pierre, Les prophetes de la Fraudais, Ed.Resiac, 1981.
Roberdel Pierre, Marie Julie Jahenny, la stigmatisée de Blain, Ed. Resiac, 1974.
Roberdel Pierre, Vers l´avenir avec Marie Julie Jahenny, la stigmatisée de la Fraudais, Ed. Mambré, 1992.



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